No seva a ninguna parte
El juvenil Neymar, máxima estrella del Santos y del fútbol de Brasil, sueña con jugar en el exterior, pero quiere quedarse "un tiempo más" en el club que lo tasó en 65 millones de dólares. En una breve charla con periodistas de su país el miércoles en Montevideo tras jugar con su equipo la ida de la final de la Copa Libertadores, no pareció muy entusiasmado con la idea de irse ya al Real Madrid, uno de los clubes que actualmente parece que lo pretende.
"No descarto cualquier pase, pero tengo contrato con el Santos y pienso quedarme un buen tiempo". Lo que todo jugador sueña en Brasil es conseguir un pase a las grandes ligas de Europa, pero Neymar, que se ríe de todo, parece más interesado en escuchar música con sus permanentes auriculares sobre sus oídos, ajeno al alboroto que genera a su paso. Desde que llegó a Montevideo el lunes fue el centro de la atención.
De su integridad se ocupan dos guardaespaldas uestos por el club, quienes lo siguen a todos lados. Igualmente repartió su eterna sonrisa, incluso hacia enfervorizados hinchas de Peñarol que lo insultaban cuando llegó al aeropuerto de Montevideo. Durante el partido del miércoles contra Peñarol no tuvo muchas ocasiones de desplegar su talento, pero nunca perdió la sonrisa, que algunos califican de presuntuosa y otros de inconsciente, como el defensa de Peñarol Alejandro González, que tuvo la tarea de marcarlo.
'No habla ni se queja, sólo ríe todo el tiempo', dice su defensor
"No habla nada, no se queja, pero se ríe todo el tiempo y de todo" comentó González, quien se atribuyó méritos en la neutralización del jugador brasileño. "Ese tipo de jugadores está para hacer el juego vistoso que a la gente le gusta y uno tiene la misión de evitarlo, aunque no a cualquier precio", aclaró González, que se caracteriza por ser un futbolista correcto. "Él tiene sus méritos, pero uno también, si consigue evitarlo dentro de las reglas de juego".Neymar no es de los jugadores que hace teatro dentro del campo, pero la simulación de una falta, a los 18 minutos, le valió la primera tarjeta amarilla del partido. Estuvo dos minutos revolcándose en el suelo aparentando un golpe que no recibió. En otro momento, cuando cayó sobre el costado del campo, el veterano defensa de Peñarol Darío Rodríguez lo tomó por debajo de los brazos, lo levantó, lo dejó de pie, como si fuera un muñeco de trapo, y Neymar ni chistó. Sonrió y siguió jugando.
Su futuro está en Europa. Pero mientras los dirigentes del Santos buscan fórmulas y apoyos internacionales para reternerlo, él sigue jugando "como en el campito": generando fantasía, divirtiéndose y riéndose de todo.
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